Al leer y leer el libro de los Hechos. Cada vez que paso por allí, solo puedo sentir dolor. ¿Cómo es posible que he llegado a esta miseria? ¿Cómo es posible que mi creencia no ha alcanzado sino para satisfacer mi propio ego? En esta última lectura, solo me he podido declarar: UN CRISTIANO FRACASADO. ¿Cuánto les admiro? A Pedro, a Lucas, a Esteban, a Felipe, a Pablo. ¿Cuánto les admiro? Sin una biblioteca, sin un instituto, sin cursos, solo con las escrituras antiguas y la experiencia de ser testigos de Jesús. ¿Cuánto les admiro? Mi conocimiento o experiencia no me ha alcanzado para llegar a ser como se dijo de ellos “unos trastornadores del mundo”, cuanto revuelo, cuanto sufrimiento por hablar y cuanta valentía. Al recordar la oración de los creyentes “…Señor, escucha sus amenazas y danos a nosotros, tus siervos, mucho valor al predicar tu palabra. Extiende tu mano de poder sanar; que se hagan señales milagrosas y maravillas por medio del nombre de tu santo siervo Jesús”. (Hechos 4
Profesional en Administración de Empresas Turísticas - Consultora/Asesora - Docente Investigador