Annie Beltrán Barreto

Al revisar las proyecciones que se tenían de la actividad turística, de acuerdo a la Organización Mundial del Turismo (OMT), este 2020 era para el turismo un año prometedor. El panorama internacional y la proyección se estimaba entre el 3% y 4%, siguiendo la constante de crecimiento. Las cifras entregadas por Ministerio de Comercio, Industria y Turismo del 2019, en febrero de este año, revelaban el crecimiento del país en un 2,7%  frente al continente. Y sin lugar a dudas se hablaba de que la actividad turística en el país llegaría a la cifra estipulada por la OMT.  El boletín económico regional del Banco de la Republica, mostro que los dos primeros meses del año tuvieron un alza superior al año anterior. La Ocupación hotelera en Cartagena registrada durante estos meses fue de 77%, siendo de las más alta en la región, seguida por San Andrés; subiendo cinco puntos por encima de la cifra del año anterior. No obstante, este primer trimestre 2020 se culmina con la declaración de la Pan

El turismo es un sector económico muy dinámico que genera múltiples beneficios en las ciudades, regiones o territorios donde se desarrolla. Analizando la composición de la Región Caribe Colombiana tenemos ciudades y municipios faro, turísticamente hablando, con unos rendimientos y desarrollo constante durante estos últimos años que le han permitido consolidar y dinamizar sus económicas, hablo de Cartagena de Indias, Santa Marta, Mompox, el Golfo de Morrosquillo, entre otros. Sin embargo, de la totalidad del territorio Caribe Colombiano estimo que solo se ha aprovechado turísticamente un 30% de este. El 70% restante, en su gran parte rural, constituye una riqueza natural y cultural importante y significativa que al generar la actividad turística se podría en primera instancia dar valor y poner en el mapa a estas áreas; en segundo lugar, permitiría generar multifuncionalidad del territorio buscando crear nuevos patrones de consumo del espacio que generen una dinámica más activa e integ

Agradezco a Dios la oportunidad de permitirme compartir con las nuevas generaciones. Ha sido una bendición y espero haber podido aportar a su crecimiento profesional y personal.  Quiero contarte que estoy en la docencia por cuestiones divinas. Aunque siempre he tenido el don de la enseñanza y en el pasado muchas personas me insinuaron ser profesora yo estaba lejos de lograrlo y te confieso no me veía en ese campo, pero Dios me llevo allí. Muchos años atrás tuve un sueño que bajaba unas escaleras corriendo y llegaba a un patio largo con muchos árboles y lleno de jóvenes. Hace un año estando en la Universidad me encontré rodeada de jóvenes y el Espíritu Santo me recordó que era el sueño. Un día tuve solo una clase en la U y de camino a tomar el transporte Salí y tuve como un sentimiento en mi corazón y empecé a hablar con el Señor, “me siento rara” -le decía-, y luego de conversar Él me dijo “Te sientes satisfecha” … y Sí, me siento así. De todos los trabajos que he tenido este ha t

En mi profesión como docente universitaria tengo muchos temas y asignaturas que he preparado y con los años he podido compartir conocimiento con mis estudiantes y aún mejor, juntos construir nuevo conocimiento en esta carrera del turismo. Sin embargo, en medio de este ejercicio, recuerdo claramente una experiencia muy especial que viví. Durante una clase matinal estaba en un salón de clases numeroso y hablamos un poco de teoría, luego de un buen debate, mientras reforzaba algunos conceptos expuestos, sentí en mi corazón algo sorprendente: mientras mi mente y boca hablaban palabras terrenales, teorías humanas; mi corazón, mi espíritu querían hablar palabras de vida. Tanta fue la impresión que me quede por unos minutos en silencio frente al grupo y parecería que los chicos estaban también absortos en ese momento, nadie pronuncio palabra. Casi lloro en medio de la clase de sentir la necesidad de hablar palabras de vida a las nuevas generaciones. Después de salir de clase, medite en es